Soy emprendedor desde hace más de dos décadas.
A lo largo de este tiempo, he visto como el mundo de los negocios ha absolutamente cambiado a todos los niveles:
- La forma en la que vendemos,
- dónde vendemos,
- cómo contratamos personas,
- cómo han evolucionado nuestras oficinas y sistemas,
- modelos de negocio…
Algo que he aprendido es que, como emprendedor, siempre deberías mirar hacia dónde va el mundo, en lugar de solo centrarte en la situación actual.
No es fácil de hacer porque, como sabes perfectamente, el emprendimiento equivale a hacer muchas cosas cada día. Podrías estar haciendo cosas todo un día y todavía tendrías asuntos pendientes.
Pero ayer, leía un artículo que decía esto:
“El 39% de los trabajadores americanos usan sus teléfonos móviles para chequear y enviar e-mails fuera de su horario laboral.”
Hace un par de semanas, leí este artículo tan interesante de Tim Denning (“Un Cambio Revolucionario a la Forma en la que Funcionará el Dinero en el Futuro que la Mayoría de la Gente se ha Perdido”). En este artículo, que es brillante, como siempre, se encuentra este interesante párrafo:
“Una potencial única moneda que no tenemos actualmente, a la que puedes acceder usando tu teléfono móvil. China ya ha experimentado con una moneda digital de un banco central.”
Finalmente, hace tan solo un par de días, estuve en contacto con una persona de Shangai, hablando con él tan fácilmente como lo hago cada día con mis padres o mi mujer.
¿Qué nos está diciendo todo esto?
Que estamos dentro de una revolución radical de la que no nos estamos dando cuenta, simplemente porque estamos muy dentro de ella.
Es como la gente que vivió la Revolución Francesa. Estoy segurísimo de que ellos no eran conscientes de que estaban viviendo (y haciendo) Historia.
La Historia se hace Historia mucho tiempo después.
Ahora estamos viviendo simultáneamente, por ejemplo, todas estas cosas:
- Nos podemos comunicar entre nosotros muy fácilmente y de forma barata. Sin ir más lejos, ¡me comuniqué con una persona de Shangai usando Whatsapp! Un milagro hace solo 30 años.
- Puedo comprar y vender cosas en todo el mundo, tan fácil como lo hago en mi país (España, en mi caso).
- Puedo encontrar proveedores en cualquier punto del planeta.
- Puedo contratar gente sin importar dónde están en el globo.
- Puedo enviar y recibir dinero sin importar dónde estoy o dónde está “la otra parte”…
Conclusión: hoy somos, más que nunca, ciudadanos del mundo.
Esto nos lleva totalmente a un nuevo mundo en el que no hay:
- Fronteras.
- Horarios de apertura y cierre.
- Países.
- Límites.
Esto es lo que yo llamo una REVOLUCIÓN.
Por eso, como emprendedores, tenemos que prestar atención a este asunto.
Aún pensamos en los negocios como los pensábamos en la Revolución Industrial. Entonces, tenía sentido que “el tiempo” fuese una unidad de medida. Había turnos en las fábricas para poder producir.
Pero… ¿hoy?
¿Qué sentido tiene tener al tiempo como unidad de medida?
Hoy solo queremos resultados. Te pido esto, y tú me lo das. No me importa si eres madrugador o un “ave nocturna”. Es tu problema.
Tampoco me importa si estás en Tailandia, Moscú, San Francisco, o Madrid. Solo quiero lo que te he pedido.
Claro, directo, eficiente.
Suena impersonal, pero es como los negocios están funcionando ya (imagina cómo funcionarán “mañana”).
Esto también cambia las relaciones entre las empresas y los empleados.
Nos estamos desplazando a un mundo de autónomos y pequeños proveedores.
Paso a paso, creo que el término “empleado” desaparecerá (esto es un poco de ciencia ficción, lo reconozco, pero creo totalmente en ello…), porque cada uno de nosotros podrá relacionarse con autónomos, pequeñas empresas, o robots que producirán el resultado que estamos pidiendo.
Ahora podemos ofrecer nuestros servicios al mundo, y puedo recibir cualquier cosa de cualquier parte.
Esta situación del coronavirus solo ha acelerado lo que ya iba a venir antes o después: gente trabajando desde sus casas, recursos deslocalizados, sin reuniones físicas, y videoconferencias en su lugar….
Y, en el momento en el que esto ocurre, no me importa hablar con una persona en Barcelona o en Shanghai.
Es el mismo esfuerzo, el mismo coste, no hay nada diferente entre ambos escenarios.
Si no tengo ningún problema hablando de conectar gente y empleo una única moneda, todo está dicho y hecho.
No podemos pensar sobre “chequear e-mails fuera del horario laboral”.
Nos estamos moviendo hacia una única vida, esa en la que la vida personal y laboral son solo una.
Decidiremos dónde trabajamos, a qué horas, y será el mercado el que aprobará o no nuestras conductas. Ese es el juego que los emprendedores tendremos que jugar durante los próximos años y décadas.
Dejemos de centrarnos en el tiempo y centrémonos en resultados, productos, y servicios.
El tiempo ha desaparecido y nunca va a volver.
El tiempo tenía sentido en la Revolución Industrial, cuando las palomas mensajeras enviaban los mensajes. Ahora, yo puedo tener una conversación desde España en Australia, con mi amigo Tim, en tiempo real.
El mundo ha cambiado. Nuestras vidas también.