Si eres un emprendedor, la adversidad es la situación más común en la que te encontrarás cada día.
Aceptarla y aprender cómo gestionarla será un factor clave de éxito si quieres vivir como emprendedor.
Cuál es el estado normal siendo un emprendedor
He sido emprendedor durante casi 20 años (sigo siéndolo), y hablo con 5 ó 6 emprendedores, al menos, cada día. ¿Qué me encuentro?
Encuentro que la situación más común es esta: las cosas no funcionan.
Cuando creas una empresa, perder dinero es lo que normalmente sucede.
No quiero frenar tu iniciativa, y no quiero parecer una persona pesimista (hablaremos de esto más adelante en este artículo), pero pienso que deberías estar mentalmente preparado para este escenario, que es el más común.
Lo que es increíble es crear un negocio que funcione, un negocio rentable que te dé dinero en lugar de que lo que tengas que poner cada mes.
Cuanto antes aceptes eso en tu cabeza, mejor te irá como emprendedor.
Durante toda mi vida de emprendedor, siempre he vivido en “modo supervivencia”. Nunca ha habido un momento de paz mental. Siempre hay problemas y asuntos sin resolver:
- Crisis económicas.
- Crisis víricas (como podemos ver estos meses).
- Problemas con empleados.
- Discusiones con proveedores.
- Asuntos con clientes.
- Problemas de Estado.
- Toda clase de fallos y fracasos.
- …
Es una lista infinita que forma parte de tu vida cuando pasas a ser un emprendedor.
Puedes centrarte en estos problemas y decir que la vida es una m*, o puedes elegir otro camino: aceptar que la vida del emprendedor es así, y disfrutar el viaje porque, te prometo, es un viaje fantástico que merece la pena. Por eso yo llevo en él casi dos décadas.
Cuanto te habitúas a este “modo de supervivencia”, se convierte en una forma de vida, y nada terrible sucede. Es simplemente otra forma de ver e interpretar la vida.
El éxito no se basa en el esfuerzo
Otro cambio de mentalidad que deberías hacer si quieres gestionar la adversidad, es aceptar que los éxitos de tu negocio no se basan en tus esfuerzos.
Basándome en mi experiencia y en la de otros colegas, las cosas van así:
- Empiezas pensando que A produce B, el resultado que estás persiguiendo.
- Empiezas a hacer A como un loco: todos los días, fines de semana, horas, más horas, no duermes, nunca paras de esforzarte haciendo A.
- B nunca llega.
- Te frustras. Empiezas a quejarte. Piensas que la vida es injusta. No crees que te mereces esto.
Aceptar que el esfuerzo no garantiza resultados es aprender de qué va el juego del emprendimiento.
Te puedo decir que he pasado años de mi vida preparando proyectos y teniendo un ratio de éxito del 1%. Sí, has leído bien. De cada 10 proyectos que preparaba e intentaba vender, ¡solo 0,1 se vendía!
Por no mencionar que yo (mejor dicho, “nosotros”, porque somos un equipo y, afortunadamente, no estaba solo, porque comerse estas “historias” solo es realmente duro…) pasaba largas noches preparando estos proyectos, acabando a las 3 de la mañana y despertándome a las 6, trabajando fines de semana, no teniendo ningún tipo de vida.
No quiero parecer una víctima. Solo describo cómo va normalmente esta historia.
Esos son los momentos en los que necesitas gestionar la adversidad. Es ahí cuando el emprendimiento es duro, y te olvidas de toda esa gente viviendo en yates mientras sus ingresos pasivos nunca paran.
Nunca he conocido a nadie que gane dinero sin esfuerzo. Todos ellos son gente que trabajan duro, día tras día, con perseverancia, aceptando los fallos, y mirando y pensando cómo pueden resolver todos los problemas que vienen juntos con el emprendimiento.
El éxito no se basa en el esfuerzo, pero estoy convencido de que no puedes alcanzar el éxito sin esfuerzo.
Me explico. Los esfuerzos son obligatorios si quieres tener éxito, pero ellos no te garantizan que lo vayas a conseguir.
¿Por qué no paras de hacer A?
Es muy fácil caer en la “trampa del esfuerzo” porque no tienes que pensar en nada más, tan solo hacer A y esperar por la tierra prometida (B), una tierra que tú mismo te has creado, nunca lo olvides.
Caí en esa trampa y por poco pierdo mi primera empresa hace mucho tiempo. Seguía metiendo horas, y más días, y más meses, y más recursos. En esos momentos, ves como tu inversión empieza a desaparecer, el dinero se desvanece, y los problemas pasan a ser incluso más serios.
¿Qué hacer en ese crítico escenario?
- Parar de hacer A.
- Pensar en otras opciones.
- Pensar en C, D, o incluso Z.
Nuestra solución fue apostar por otros modelos de negocios. Diferentes tipos de servicios.
Estábamos focalizando nuestros esfuerzos en eventos corporativos. Este mercado estaba lleno de competidores mucho más grandes que nosotros, y mejor posicionados en grandes cuentas, esas que tienen los grandes presupuestos, los que, obviamente, todo el mundo quiere.
Era una piscina llena de tiburones, y nosotros éramos ese pequeño e insignificante Nemo, intentando pillar comida sin ser heridos.
Misión: imposible.
Tuvimos que cambiar nuestra forma de pensar completamente.
Expandimos nuestros servicios a servicios globales de marketing, en lugar de a un servicio específico (eventos corporativos), y nos olvidamos de las grandes cuentas.
Nos enfocamos en pequeñas y medianas empresas (entre el 90% y el 95% del mercado español).
Ahí estábamos: proporcionando muchos más servicios y a un mercado mucho más amplio.
Empezamos a ganar proyectos y nuestra motivación empezó a aumentar. Ahora nuestra gente trabajaba generando dinero y no preparando proyectos gratuitos.
¡Nos cambió totalmente la vida!
Optimismo vs. Pesimismo
Cuando encaras la adversidad, puedes hacerlo de 2 formas: optimismo o pesimismo.
Analicemos cada una de ellas.
Ser una persona pesimista es el camino fácil. Solo te limitas a no hacer nada, quejarte, y esperar. El mundo hará el resto.
Ser optimista es el camino difícil.
Destruir es más fácil que crear.
Quejarse y buscar culpables es más fácil que aceptar el fracaso.
Es siempre más fácil decir que la culpa es de otro en lugar de tuya.
Cuando las cosas van bien, es muy fácil reír, hacer chistes, decir que la vida es maravillosa, pero cuando las cosas se tuercen, tienes que tener la misma conducta. Eso es coherencia. Eso es ser capaz de gestionar y manejar la adversidad.
Puedes elegir cualquier forma de vida porque cada situación siempre tiene 2 puntos de vista: la positiva y la negativa.
Los pesimistas son gente gris, tristes, gente de la que no quieres estar cerca, y gente que solo ve el lado equivocado o erróneo de todo.
Vivir con gente pesimista al lado es horroroso: todo es terrible, todo es negativo. Son gente tóxica. Tienes que huir de ellos. Si eres uno de ellos, te recomendaría empezar a buscar otras formas de enfocar la vida.
Discrepo de Mark Twain. Un pesimista no es un optimista bien informado.
Un pesimista es una persona que mira a las cosas de forma pésima, desde el lado fácil, ese en el que los tontos se fijan. Pero tú siempre puedes mirar al difícil, el que te llevará hacia la luz, el color, y el futuro.
La vida no es fácil, y los emprendedores suelen luchar, superando cualquier obstáculo. Esa es la forma de realizarse en la vida. Cuando superas la dificultad es cuando creces como persona. Cuando estás satisfecho con lo que haces.
La única forma de gestionar la adversidad es buscando soluciones. Las soluciones vienen de la motivación. La motivación solo aparece si eres una persona optimista.
Aún diría más: ser un optimista es mucho más divertido. Caes bien a la gente, te caes bien a ti mismo.
En marzo de 2020, tuve que lidiar con la adversidad, con uno de los peores escenarios de mi vida. A continuación te explico la lección que aprendí.
En nuestra empresa dedicamos mucho tiempo a pensar cómo nuestra gente podía trabajar desde casa. Estábamos asustados de “hacer experimentos”. No estaba claro si las cosas funcionarían. La crisis del coronavirus no nos dejó elección alguna. No pudimos hacer un experimento, nos vimos forzados a hacer “el experimento”. ¡Toda la empresa trabajando desde su casa!
Ahora tenemos información real sobre cómo trabajar desde casa afecta nuestra productividad. Si no hubiese sido por esta crisis, aún estaríamos pensando sobre cómo experimentar con este asunto.
La crisis del coronavirus ha tenido (y tiene) muchos puntos negativos, pero tengo que mirar a los positivos e intentar resolver los problemas, focalizando mi energía en ser resolutivo, sin quejarme, ni decir que la vida es injusta, o buscando culpables.
Herramientas para gestionar la adversidad
Así pues, como emprendedor, tienes que aprender cómo gestionar la adversidad.
Gestionar la adversidad es vital para alcanzar tus objetivos, disfrutar tu vida, y empezar a sentir esa sensación de realización personal que todo el mundo busca y desea. Ese es el objetivo número uno de un emprendedor.
Yo siempre empleo estas herramientas para gestionar la adversidad:
- Siempre miro al lado positivo de las cosas. Siempre hay uno, no importa cuál sea la situación. Ser optimista no es ser un tonto que piensa que la vida es perfecta. Ser optimista es centrarte en encontrar soluciones y ver las oportunidades.
- Una técnica que me funciona es imaginarme un escenario aún peor. Si te encuentras en bancarrota, imaginar que podrías tener una enfermedad grave. Llevar a tu cerebro a esas situaciones peores le hace pensar que la situación real no es tan mala como pensaba. Parece estúpido, pero funciona.
Para llevar a casa
Si no quisiste leer este artículo, aunque yo te lo agradecería, estas serían las cosas que me llevaría conmigo a casa:
- Siempre mira al lado brillante de la vida.
- Trabajar duro es solo una forma de incrementar la probabilidad de éxito, pero no lo garantiza para nada. El éxito no siempre viene de trabajar duro, esforzándose al máximo, o sin relajarse. El éxito es una combinación de cosas que normalmente no puedes manejar o no sabes dónde están. No relaciones esfuerzos a éxito porque acabarás frustrado. Las cosas no van normalmente así.
- A la gente no le preocupa tus esfuerzos o sacrificios personales. Ellos están demasiado ocupados pensando en los suyos. Si fallas es porque no estás entendiendo el mercado, no le estás dando lo que demanda. Tú eres el culpable. Cuanto antes aceptes esto, mejor irá tu empresa y tu vida.
Foto en parte superior cortesía de James Pond en Unsplash.