AVISO IMPORTANTE: no hay enlaces de marketing de afiliación, y no recibo nada de las empresas que menciono en este artículo.
Creo en los hábitos.
Creo que tú y yo no somos más que los hábitos que practicamos con frecuencia y de una forma consistente.
Eso es lo que somos.
¿Tienes malos hábitos? Tu vida será un desastre.
¿Buenos hábitos? Tendrás una gran vida.
Tan fácil como eso.
Por eso me convertí en un “creyente de los hábitos” hace mucho tiempo.
Yo tenía muy malos hábitos:
- Comida basura.
- Nada de ejercicio físico.
- No dormía suficiente.
- Tenía estrés.
- Me dolía el estómago.
- Fatiga crónica.
- Cansancio.
- …
Una vida que quería mejorar.
Por eso comencé a:
- Leer acerca de los hábitos.
- Estudiarlos.
- Aprender cómo implementarlos.
- Convertirlos en algo muy importante en mi vida.
- Identificarme con ellos.
Cuando llegas a esta fase de identificación, lo has conseguido:
- Es un momento que te cambia la vida.
- Es cuando el hábito pasa a ser “una forma de vida”.
- Está muy dentro de ti, en lo más profundo de tu ser.
- Eres esa “cosa”.
El hábito se convierte en algo familiar en esa etapa, como cepillarte los dientes o ponerte la ropa para salir a la calle.
Olvídate de sacrificios, esfuerzos, sufrimientos… Has cruzado la línea. Estás mucho más allá. Eres literalmente eso. Uno hace lo que es.
El proceso
Me pregunté durante mucho tiempo cómo crear un hábito.
Desde mi punto de vista, hay 2 puntos clave:
- Agendarlo.
- Hacerlo de forma consistente.
Para que eso sea posible, comienza con esto:
- Practícalo una duración muy breve: ¿1 minuto? ¡Suficiente!
- Iteración: practícalo diariamente.
Próxima etapa: incrementa el tiempo de práctica, y mantenlo diariamente.
A medida que los días, las semanas, los meses pasan, consolidas el hábito. Dale tiempo, y los resultados vendrán solos.
Tu herramienta para la formación de hábitos
Pero estás leyendo esto porque estás interesado en crear el hábito, la parte más dura del proceso.
Recientemente, he hecho pequeños cambios en mis rutinas, y he reagendado varios hábitos porque estaba fallando en algunos de ellos (sí, no te preocupes, fallarás, yo fallo, todo el mundo falla en la vida. No pasa nada. Solo piensa en ello y busca respuestas, soluciones, nuevas acciones, nuevas formas de hacer que las cosas sucedan).
Tenía muchos hábitos, y necesitaba organizarlos correctamente.
Quería gestionar todos estos hábitos:
- Escritura.
- Planificación diaria.
- Gestión de e-mails.
- Lectura.
- Edición y publicación.
- Gestión de comunidades online.
- Cursos de formación.
- Anotaciones en diario.
Como puedes ver, 8 hábitos que me estaban volviendo loco porque quería (necesitaba) hacerlos diariamente.
Estaba 100% convencido de que eran buenos para mi.
No es fácil mantener tus hábitos cuando sufres interrupciones, cosas que pasan sin que las esperes, una vida muy intensa.
Por eso mi primer paso fue agendarlos. Elegí una duración para cada uno y una hora a la que los haría.
Cuando ya lo había decidido (sé coherente. Es mejor menos tiempo pero hacer las cosas, que intentar incrementar la duración de los nuevos hábitos. No te olvides de que los estás creando…), es cuando continué con la implantación.
Necesitaba a alguien (o algo) que me indicase el ritmo, cuándo debía estar haciendo el hábito.
Ahí fue cuando decidí empezar a usar mi app de recordatorios. En mi caso, Due, pero puedes usar cualquiera con la que te sientas cómodo.
- Creé una entrada para cada hábito y la hora en la que debía comenzar a hacerlo.
- Cuando la alarma sonaba, paraba la tarea que estaba haciendo y comenzaba a practicar mi hábito.
Como puedes suponer, al principio, el caos formó parte de mi vida. Vivía en un “estado de alarma”, saltando continuamente de una alarma a otra.
Seguí intentándolo porque no pude encontrar otra alternativa para comenzar a crear el hábito.
Tienes que enfocar la alarma desde este punto de vista. Es como si tu mejor amigo te dijese con voz cálida: “Eh, solo en el caso de que puedas, deberías estar haciendo esto”.
No la mires como algo que te asusta, sino como una dulce recomendación.
Seguí intentándolo y, de repente, empecé a crear el hábito.
Algunos días, empezaba el hábito incluso antes de que la alarma sonara. Mi cuerpo y mente fueron, poco a poco, adaptándose a una nueva forma de hacer las cosas.
Mi agenda fue, día tras día, acercándose y ajustándose a ese listado de alarmas que había creado no hace muchas semanas atrás.
Si no podía parar la tarea que estaba haciendo cuando la alarma sonaba, no hace falta que cunda el pánico, no hacía el hábito y seguía con mi tarea porque consideraba que mi tarea era mucho más importante que el hábito.
Día tras día, seguía, seguía, y seguía.
No te olvides de crear tus hábitos con una frecuencia diaria, de tal forma que cuando lo completes, aparezca automáticamente al día siguiente.
Conclusiones
Ahora mismo, tengo todos mis hábitos más o menos consolidados.
Este sistema te permite ver claramente si los horarios de tus hábitos y su duración es la correcta.
Por ejemplo, yo había fijado mi hábito de lectura a las 16 horas, con una duración de 30 minutos. Me di cuenta que esto era imposible. Nunca estaba preparado a las 16 horas para hacer esa tarea. Por eso estoy buscando otro bloque de tiempo en el que pueda encajar este hábito.
El sistema te da la oportunidad de ver cómo puedes adaptar tu vida para añadir nuevos hábitos. No te brinda la oportunidad de evitar a lo que te has comprometido porque, día tras día, la alarma suena…
No te puedes engañar a ti mismo. Tienes que verlo como algo que te ayuda a llegar a ser una mejor versión de ti mismo.
Creando estas rutinas es como empiezas a cambiar actitudes, cómo ves tu vida, cómo creas “huecos” para añadir hábitos saludables, esos que quieres alcanzar, esos que cambiarán tu vida y a ti mismo.
No comiences con 8. Solo intenta uno. Y, si es “estúpido”, mejor aún.
Agéndalo en tu app de recordatorios, y comienza a hacerlo diariamente. Verás que el sistema funciona.
Para mi, por ejemplo, es ya una rutina comenzar el día escribiendo. Nadie ni nada me lo tiene que decir. No estoy escribiendo. Soy ya un escritor. Está dentro de mi. Escribo porque soy escritor.
No es arrogancia o sentimiento de orgullo propio. Es solo una cuestión de identidad, solo hacer lo que has decidido hacer porque piensas que es bueno para ti.
Eso es todo.
Esa es la clase de pensamiento que estamos buscando.
Cuando alcances ese objetivo, es hora de crear un nuevo hábito saludable en tu vida.
Hábito tras hábito, estás creando una nueva versión de ti, una mejor, la que habías pensado que era un sueño, algo imposible.
Nada es imposible en la vida. Es solo cuestión de crear y consolidar el hábito adecuado.
Foto en parte superior cortesía de Tijana Drndarski en Unsplash.